La novela es un espejo en medio de un camino, dijo Stendhal. Creo que para Luis Cortines la pintura de paisajes es exactamente lo contrario: un camino que nos lleva hacia no sabemos muy bien dónde, a nosotros mismos quizá, y ahí radican su grandeza y su complejidad. Porque los paisajes de Luis expresan más que representan, sugieren más que muestran, evocan más que reflejan. Uno diría que son más bien un paisaje interior, un lugar al que el artista nos conduce a través del espacio inabarcable, la infinitud, la desconexión, el fraccionamiento … Son paisajes en los que predomina la amplitud (a veces el plano es mayor de lo que abarca el ojo humano) y la elevación física. El uso del blanco y el negro sugiriendo cierta angostura, el trazo iracundo, las formas y sus contornos, la variedad de planos y la sensación de horizontalidad pueden ser otras de las claves de ellos. Debemos contemplar estos paisajes, pues, como el caminante contempla el mar de nubes: encarando el aparente vacío y dotándolo de significado en un proceso que exige tiempo. Tal vez así tras el color fundido advirtamos algunas presencias, o descubramos una forma minúscula que le dé sentido a toda la composición. Y tal vez tú también veas un mundo bronco bajo el signo del perseguidor, y anheles cifrar todo este desmayo. Y ahora que amenaza de nuevo el hombre fragmentado, los paisajes de Luis Cortines nos devuelven al camino.
Jaime Cuesta Serrano
Escritor y profesor de lengua y literatura
Publicacion: Alerta de Cantabria – 3 de Diciembre 2000
Texto: Jaime Cuesta Serrano – Escritor y profesor de lengua y literatura